domingo, 24 de octubre de 2010

Primer capítulo del libro. Tráfico oculto.

4 de Octubre de 2010, Lunes

Una semana más

Hoy un día más, un día marcado por el bochorno, marcado por la ansiedad de la gente para que llegue el 11 de Octubre y disfrutar de un día de fiesta, (12 de Octubre, el  día del Pilar).
Pero yo no, no tengo esa ansiedad. Yo soy un hombre que prefiere estar en casa, con un ordenador al lado y un par de pizzas rodeándome, esperando para ser engullidas.

Mi nombre es Gabriel, aunque la gente que me conoce me llama Gabri. Vivo en una localidad muy próxima a la ciudad Condal, Barcelona. Esta localidad me es muy querida, he pasado toda mi vida viviendo aquí, y, aunque no tenga ni cines, ni nada para el ocio, me gusta, estoy cómodo en Ripollet.
Hoy me levantado como cada día a las 07.45 de la mañana. Tras estar unos 5 minutos haciéndome el remolón en la cama, repasando lo que debía de hacer hoy, me levanté de golpe, me puse mis chancletas rosas (me las encontré un día en la playa, y no me quedaban más que éstas feas  chancletas). Me he preparado unas tostadas con mermelada de fresa y unos trozos de queso y mientras disfrutaba de un agradable desayuno escuchaba la radio.
La radio y el ordenador, dos motivos tan importante para mí como para no salir casi nunca de casa, eran mis amigos, de hecho, mis únicos amigos.

Iba a llegar tarde al trabajo, tenía que darme prisa. Cogí las llaves del Megane y me fui pitando hacía el pueblo vecino, Cerdanyola, donde trabajaba, en un pequeño concesionario de Citroën.
Llevaba 12 años trabajando en aquel lugar, era el más veterano de la plantilla, lo cual eso me hace ser una persona un poco más respetada dentro de mi trabajo, podríamos decir como un “jefecillo”.
Por esa razón ni hablaba casi con los del trabajo, ni hasta en el trabajo tengo relaciones, en fin…
- ¡Gabri! Necesito que hagas un cambio de filtro de aceite- Me dijo de golpe Manolo, mi encargado. Un hombre corpulento, alto, con una barba muy pronunciada y con su siempre bata gris llena de grasa y aceites.
-De acuerdo, pero lo haré esta tarde, que ya quedan 5 minutos para plegar- Le respondí, ni de broma me iba a quedar más de un minuto trabajando, yo cobro por trabajar, no regalo nada a nadie, faltaría más.

Después de 15 minutos odiosos parado detrás de un camión que se había quedado bloqueado entre un coche y una esquina, pude llegar a casa. Al llegar me acordé de mi mala cabeza por no haber comprado el otro día más latas de conservas. Nunca me ha gustado especialmente cocinar. Tuve que hacerme una tortilla con los pocos huevos que quedaban y unos trozitos de bacón.
Mientras, estaba por Internet, revisando las últimas noticias deportivas. Bendito sea a quien inventó el ordenador y sobretodo Internet, sin moverte de casa lo sabes todo, y sin necesidad de ver las horribles caras de las personas, puedes hablar con ellos, haciéndoles creer la persona que NO eres o que te gustaría ser.
 Mi habitación parecía una secta, todo a oscuras, con olor a cerrado, los armarios viejos, demasiado. En sí todo el piso era viejo, el edificio tenía si bien no recuerdo mal, unos 30 años.  Definitivamente, cualquiera que me conociera ahora, pensaría que soy un desgraciado, sin gente con la que relacionarme y con una vivienda de lo más mediocre. Pero así soy yo, me gusta ser yo.

A las 17.00 horas estaba ya en el taller, cambiando el maldito filtro del aceite de un Opel Astra. Un coche con tan sólo 25.000 km y con unos cuantos bollos y sustituyendo un filtro de aceite…Así será el dueño.
Casi estaba acabando el cambio cuando Abel, un chico de 17 años con muchas pecas en la cara me llamó. – Señor Gabriel, le llaman de dirección.- Me dijo el chico muy serio, que la verdad no me extraña, un chico que estaba de prácticas y hablando con un integrante de la plantilla, para estar de campo y playa, seguro.
-Vale, gracias chaval.- Le contesté en un tono amable.
Casi nunca me hacen subir a dirección, algo importante querrán comunicarme, espero que no sea la hora de ir a la INEM en busca de trabajos chorra.
Definitivamente me veo en la INEM, las caras que tenían los altos cargos de la empresa no eran muy amables por lo que pude adivinar en tan sólo nos segundos, solo Susana, una de las administrativas, con un tono muy dulce, me dio las buenas tardes.

Son las 23.57 de la noche, estoy borracho como una cuba. Después de pasarme toda la noche llorando, mientras veía la teletienda y bebiendo chupitos de vodka absolut, me di cuenta que debía de hacer algo. Pero mañana, que ya es tarde, ahora intentare dormir, aunque con el mareo que llevo de la borrachera, me va a ser un poco jodido.
Me levantado a las 12.00 del mediodía, joder, la borrachera tiene sus efectos... ¡Y yo que quería levantarme pronto! En fin...  Me iré a dar una vuelta por el rio, haber si despejo la mente.
Mientras iba por el rio, me encontré con Víctor, un vecino que tenía en el piso, (ahora se mudo, me parece que en Barcelona). –Hola Gabriel cuanto tiempo ¿no?- me dijo en un tono alto.
-Bueno, casi 2 años hace que no te veo- le contesté con un tono seco.
- ¿Y el trabajo?- me dijo mientras me miraba de arriba abajo.
- El trabajo una mierda, ayer me echaron del taller, después de un porrón de años…Ahora tengo que encontrar algún trabajo urgente-.
- Mi primo Sebastián es encargado de la zona del puerto de Barcelona, quizás si le hago un toque y le pida el favor para que tengas una opción…
- ¿Enserio?- Contesté con una cara de tonto que me extraña que Gabriel no se hubiera partido a reír en mi cara.
- Sí, incluso un estibador gana muchísimo dinero, tengo entendido que rondan los 3.000 euros, aunque te piden todos los carnets de vehículos. Pero bueno, igual mi Primo puede hacer algo. Tú dame tu número de casa y a la tarde te llamo.
Nos despedimos con un gran entusiasmo y me fui derechito a casa, en busca de todo tipo de información relacionado con el puerto. Buscando noticias por Internet sobre los estibadores del puerto de Barcelona.

Dos estibadores desaparecen el día 16 de Agosto, sin acudir a sus puestos de trabajo durante casi una semana, pocos días después son encontrados en un maletero de un Nissan Murano y un Nissan Pixo respectivamente, que estaban estacionados en un barco listo para zarpar hacía el continente Asiático.
Era una breve noticia que encontré en El Periódico. No tenía porque preocuparme, secuestros pasan en todas partes, además, que cojones, es un gran sueldo.